Hay muchas maneras de interpretar lo sucedido en la República de Haití. Una de ellas es lamentar la muerte y la destrucción causada por el terremoto y el dolor y la desgracia de cientos de miles de familias del vecino país antillano afectadas por esta fuerte sacudida telúrica, Otra es la de hacer conjeturas sobre el porqué de este sismo en el mismo corazón del país más pobre del Continente. Sobre esto último piensan prácticamente todos los que han visto las fotografías de aquella catástrofe. Los geólogos y los estudiosos de la Naturaleza --discuten hoy, en público y en privado, las causas y razones físicas de tal catástrofe, y extenderán sus comentarios con juicios y pronósticos sumamente analíticos del cuadro geográfico del Mar Caribe y las tierras ubicadas en el área del mismo.
Habrá otros, como la inmensa mayoría de los que creemos en Dios y en su divina providencia, que nos preguntamos cómo ha sido posible que suceda tal desastre en medio de una población que carece hoy de casi todas las ventajas y privilegios del mundo desarrollado, y que no está en guerra de agresión contra pueblo alguno.
Habrá otros, como la inmensa mayoría de los que creemos en Dios y en su divina providencia, que nos preguntamos cómo ha sido posible que suceda tal desastre en medio de una población que carece hoy de casi todas las ventajas y privilegios del mundo desarrollado, y que no está en guerra de agresión contra pueblo alguno.
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